We're Beautiful - Capítulo 1

Capítulo 1


Sang Hee miró el teléfono móvil con su tímpano sufriendo después de un maltrato acústico que según ella NO se merecía.

-Me has dejado sorda, amor –dijo Sang Hee, colocándose el móvil en la otra oreja. Al otro lado, Eun Hee maldecía por lo bajo. O, más bien dicho, por lo alto.
-Pero serás cacho perra… Oh Dios mío, de mi vida y de mi alma. ¿¡Cómo, cuándo, dónde, y sobretodo, PORQUÉ!? –la euforia de Sang Hee volvió al momento al olvidar el grito que casi la dejaba sin oído y recordar su pasada vivencia con el guitarrista más famoso de todo Corea.
-¡¡Dios, ha sido de película!! Joder, ¡nos estaban grabando y todo, sí que ha sido de película, sí!
-¿¡Pero qué dices!? No me entero, tía, te necesito en vivo porque por retrasmisión movilística no te entiendo nada de nada. ¡Joder, joder! ¡Ven a la de YA! …espera, ¡¿tú no tenías clases?!
-¡Es una larga historia! Dios, a la mierda las clases, mira lo que te digo. Ahora voy a casa y te lo cuento todo, con detalles. ¡Uff, si hubieras estado ahí, Hee-ah! ¡Es tan guapo! Qué digo, ¡está TAN bueno!
-¡Bueno, ya está, ¿no?! ¡Me das envidia cochina!
-Eso es el karma, te pasa por levantarte tarde.
-Como si tú no fueras a aprovechar si pudieras…

Poco después colgaron y Sang Hee se apresuró a volver a hacer el camino de vuelta a su casa, viendo como ya habían desmontado la paradita los del rodaje. Cuando entró en su piso compartido su primera visión fue la de una mancha verde botando, literalmente, por todo el salón. Cuando escuchó la llegada de la chica, Eun Hee dejó de saltar encima una silla y se tiró encima de ella.

-¡¡CUÉNTAMELO TODO!!
-¡¡YA VOY, YA VOY!! –era difícil averiguar cual de las dos estaba más fuera de si.

Sang Hee le explicó la versión extendida de lo ocurrido a Eun Hee, con tráilers de próximas escenas incluidas, como la invitación al concierto y los pases VIP. Los ojos de la otra se iluminaron instantáneamente al ver los papeles de colores, y agarró el que supuso que le pertenecía casi con miedo. ¡Un pase VIP para un concierto de A.N.Jell! ¡Ni en sus mejores sueños aquello era posible! Aunque probablemente porque en sus sueños lo que menos hacen sus ídolos es cantar encima un escenario… *CENSURED*

-Dios mío, Sang Hee-ah~ no me lo creo. Te juro que no me lo creo.
-¡Créetelo! ¡Mira, si es que hasta tienen su esencia! –agarró fuertemente su entrada y la estrechó contra si, abrazándola cariñosamente cual peluche.
-Eso ha sonado un poco pervertido y depravado.
-¿Algo que objetar? Me juego el cuello que si estas entradas hubieran estado en manos de Jeremy, después de utilizarlas las enmarcarías.
-¡¡Y QUE LO DIGAS!!


A la mañana siguiente, mientras Sang Hee preparaba el desayuno medio dormida con la televisión de fondo, escuchó una voz que le pareció muy, muy conocida. Enfocó la mirada en la pantalla y creyó que sus ojos la engañaban. Allí estaba él, Shin Woo, bailando de una manera que no había visto nunca en otro ídolo. Elegante, dinámico, perfecto. Como un ángel. Le costó unos segundos salir de su estado de empanamiento, y su primera reacción fue… histérica.

-¡¡EUN HEE!! ¡¡EUN HEE!! ¡VEN, VEN! ¡EL ANUNCIO, ESTÁN PASANDO EL ANUNCIO! ¡¡CORRE~!! –la chica, que dormitaba en su habitación, se despertó y se levantó asustada por los gritos, y se quedó patidifusa al ver a su compañera plantada en frente del televisor con los ojos saliéndoseles de las cuencas. Se frotó un ojo, dormida.
-¿Se puede saber qué puta manía tienes ahora de levantarme pronto? Si es una de tus aficiones ya puedes ir olvid- ¡OH DIOS MÍO! ¿¡ESA NO ERES TÚ!?

Efectivamente, en la pantalla apareció la imagen perfectamente nítida de Sang Hee acercándose apresurada a Shin Woo, chocando ambos. Se vio una imagen ampliada y ralentizada de la mano de Sang Hee con el café derramándose, y luego las caras de sorpresa de ambos, también ampliadas y de movimientos ralentizados. Después, con menos zoom, ambos disculpándose, ambos hablando. Finalmente, una última escena de Shin Woo con una taza de café, dándole las supuestas gracias a éste por haber podido conocer a esa chica. O ese parecía ser el mensaje. Porque sí, el anuncio promocionaba ni más ni menos que una marca de café.
A esas alturas, ambas chicas se encontraban a pocos centímetros de la pantalla, con los ojos desorbitados y totalmente embobadas.

-…lo has visto, ¿verdad? –rompió el silencio Sang Hee, sin desviar la mirada siquiera un milímetro. Eun Hee asintió.
-Lo he visto.
Silencio. Más silencio.

-¡¡YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!


Pocos días después de la salida del spot, llegó la fecha del concierto. Ambas chicas se vistieron de punta en blanco. Sang Hee llevaba puestos unos jeans oscuros, una camisa blanca totalmente impoluta y unas converse negras. Eun Hee había rescatado de su armario unos zapatos negros de mínimo tacón y un vestido blanco, de tirantes anchos, largo hasta las rodillas, que no había usado jamás pero que no había osado tirar por el presentimiento de que algún día le salvaría la vida. Y, efectivamente, aquél día había llegado. La chica temblaba mientras se peinaba.

-Sang Hee, creo que me voy a morir.
-Hazlo por lo menos después del concierto –avisó ella-. ¡Dios mío! ¡Qué nervios!
-¿Crees que con los pases VIP podremos pasar a su camerino?
-¡No lo sé, pero sería genial!

Cogieron un taxi hasta el recinto en el que se celebraría el evento. Vieron colas larguísimas e interminables que incluso daban un par de vueltas al enorme edificio. En un primer momento, se asustaron.

-Ostia puta, Sang Hee. Te dije que tendríamos que haber venido con las tiendas de campaña.
-Tía, que tenemos pases VIP. Eso significa entrar antes y mejor, ¿no? –miró su entrada fijamente, como si intentara descifrar un código secreto en ella. Y, al parecer, lo consiguió-. Eh, aquí dice que nosotros entramos por la entrada D.
-…seremos lerdas.

Buscaron la supuesta entrada, que distinguieron perfectamente por los dos guardias de seguridad flanqueando la puerta y… bueno, por el enorme letrero con una D gigantesca encima de estos.

-Perdonad, ¿los pases VIP?
-Por aquí, señoritas. ¿Las entradas? –las mostraron y, después de confirmar que no eran falsificaciones, las dejaron pasar. Eun Hee se quedó un rato mirando a uno de los guardias con asombro.
-Creo que uno de esos no me cabría en el armario…
-¿Para qué quieres meter a un segurata en el armario?

Después de recorrer lo que les pareció dos kilómetros de pasillos, vieron a varios miembros del staff moverse arriba y abajo, cargando con cajas, con cámaras enormes, con hojas, o simplemente corriendo. Cada vez que hacían el ademán de preguntar el camino hacia la zona VIP, las esquivaban magistralmente y se disculpaban a la carrera. Pensaron que para ser miembro del staff se requería tener buenas dotes en velocidad.

-Sang Hee, no llegaremos nunca. Esto es enorme. Los tacones me están matando.
-No haberte puesto tacones. Si ni siquiera sabes caminar con ellos.
-¡Estoy aprendiendo, ¿vale?! –replicó enfurruñada la chica-. ¡AGH! ¿¡Dónde demonios está A.N.Jell cuando se les necesita!?
-Aquí.

Se giraron ante la nueva voz y miraron con asombro como una personita de baja estatura y ropajes blancos les miraba con una ceja arqueada. Ante su belleza andrógena y su gesto de incomprensión, las chicas lo reconocieron rápidamente como Go Mi Nam, teclado y vocal del grupo. Estuvieron a punto de gritar de la emoción.

-¡Mi Nam oppa! –soltó Eun Hee, parpadeando a velocidades inhumanas.
-¡Mi Nam-ah! –oyeron una cuarta voz, proveniente de pasillo abajo, detrás de Mi Nam. Se asomaron y vieron a Shin Woo acercarse al trote. Sang Hee sintió morirse y renacer de nuevo. Al ver a las dos chicas, el guitarrista pareció sorprenderse.
-¿Y vosotras…?
-¡Soy Sang Hee, oppa! –soltó de pronto la chica-. ¡La del café, la del anuncio!

El chico parpadeó para luego sonreír de aquella manera tan suya que había arrancado suspiros de miles y miles de chicas de todo el país.

-Cierto, Sang Hee-ah. Siento no haberte reconocido.
-¡No pasa nada, oppa! –la chica respondía como una autómata. Los nervios la mataban y la carcomían por dentro y sentía que si el chico se acercaba un poco más iba a desfallecer.
-¿Has traído a una amiga? –dijo entonces Shin Woo, mirando a Eun Hee. La aludida asintió rápidamente repetidas veces-. ¿Señorita…?
-Eun Hee. Soy Eun Hee –Mi Nam rió un poco. Todos lo miraron extrañados-. ¿P-pasa algo, oppa?
-No, no, lo siento. Es que es curioso, vuestros nombres se parecen mucho.
-Nos lo dicen a menudo… -dijo Sang Hee, intentando perder poco a poco los nervios. Días antes ya había compartido un café con su gran ídolo, pero no se había desmayado en el acto porque no llegó a ser consciente de que realmente era Shin Woo, si no que se lo tomó un poco como un bonito sueño. Aunque no, no lo era. Y eso lo hacía diez mil veces mejor.
-Bueno, Mi Nam-ah, Tae Kyung te está buscando.
-¿En serio? Gracias, Shin Woo hyung, siento las molestias –y salió corriendo. Shin Woo miró como el otro se alejaba con una expresión amarga en el rostro. Las dos chicas lo miraron confundidas. Sang Hee se apresuró a preguntar.
-¿Pasa algo, oppa?
-No, nada –suspiró-. ¿Vamos?
-¿A dónde? –preguntaron al unísono. Se miraron y luego volvieron a mirar al guitarrista, que sonreía.
-Con los demás. Tenéis los pases VIP, ¿verdad? –las chicas, por acto reflejo, alzaron los papeles, y el chico asintió-. Pues andando.

No se lo podían creer. No solo habían podido entrar al recinto antes que los demás y podrían verlo desde mejores vistas, si no que, ¡¡iban a entrar en el propio camerino de A.N.Jell!!

Eun Hee empezó a temblar. Conocería a Jeremy. Era su gran ídolo desde el debut de A.N.Jell, cuando llevaba el pelo negro, antes de teñirse, y hacía tonterías en los programas de variedades. El solo verle le animaba el día, y cuando empezó a admirar a A.N.Jell musicalmente, todavía le gustó más.

Caminaron durante un rato hasta llegar a la puerta con un cartel que rezaba “A.N.Jell”. Las chicas contuvieron la respiración cuando la puerta fue abierta. Allí vieron a todas las estilistas, los managers y por supuesto los chicos preparándose. Eun Hee suspiró al ver la cabellera rubia siendo toqueteada por una de las estilistas.

-Creo que ya puedo morirme tranquila.
-Yo creo que también… -Shin Woo las miró con una sonrisa y las hizo pasar. Jeremy se percató de su presencia y saltó rápidamente de la silla.
-¡Hyung! ¿Quiénes son? –preguntó, con la sospecha en la cara. Eun Hee se reprimió a tirársele encima puesto que no sería ni apropiado ni del todo ético, pero las ganas no le faltaban.
-Ella es la chica del anuncio de café, Sang Hee. Y ella es su amiga, Eun Hee.
-Ah…
-Por cierto, Sang Hee. El productor me dijo que cuando te viera te diese una copia del anuncio, tengo el CD por aquí. Jeremy, quédate con Eun Hee. Ven, Sang Hee –hizo un movimiento de cabeza indicando a la chica que lo siguiera, y ambos desaparecieron por la puerta.

Jeremy y Eun Hee se quedaron en medio de la habitación mirándose. El primero con una mueca rara, y la otra nerviosa sin saber exactamente qué decir. A su alrededor miembros del equipo seguían con sus tareas como si nada ocurriera.

-U-un placer, Jeremy-sshi… -no tenía el estómago para llamarle oppa. Se moriría en el acto si lo hacía. El chico siguió mirándola con sospecha.
-Hola –se acercó más a la chica, sus rostros peligrosamente cerca. Eun Hee abrió mucho los ojos y se quedó patidifusa en el sitio. Oh, Dios, mío-. Oye, ¿de dónde habéis salido?
-… ¿eh?
-Tú y tu amiga.
-… ¿de nuestro piso? –probó suerte. No sabía exactamente a que se refería con dónde habían salido.
-¡Ah! Sois raras. ¿Sabes? Desde el encuentro de la chica esa con Shin Woo hyung, ha estado actuando de manera extraña. A veces suspira porque sí y cuando bebé café se queda mirando la taza mucho, mucho rato. ¿Qué le habéis hecho? –Eun Hee arqueó una ceja.
-¿Nosotras? Nada, ¿qué podemos haberle hecho? –Jeremy se giró de repente, quedando de espaldas a la chica. Ella parpadeó sorprendida, y este empezó a hablar para si mismo de manera casi inaudible.
-Lo sabía, aquí hay algo raro. Antes estaba muy nerviosa, pero cuando le he hablado sobre Shin Woo hyung y su comportamiento raro, ha dejado de temblar. ¡Solo lo hacía ver! ¡Quiere que caiga en su trampa! Tal vez son dos brujas que quieren dominar el mundo a base de lavarles los cerebros poco a poco a los ídolos… ¡Por eso se retiró Dae Ho hyung el otro día! ¡Lo de la jubilación era una excusa! Dios mío, Jeremy, tienes al anticristo metido en el camerino… ¿Qué hago, qué hago?
-¿Jeremy-sshi? ¿Estás… bien? –el chico se giró y miró a la chica de arriba abajo.
-No os saldréis con la vuestra.
-… ¿eh?


CONTINUARÁ…
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